Cualquiera que me conozca dará por sabida mi predilección por el hidrógeno y la pila de combustible como solución energética renovable a largo plazo, al menos para el grueso del transporte rodado.
Debemos hacer un homenaje a la cuna de la tecnología: Japón. Allí es donde, digamos lo que digamos, se esfuerzan realmente por avanzar en esta dirección. Y no por motivos altruistas ni ecologistas, sino porque tienen tan trillado el mercado occidental convencional en lo que a tecnología e innovación se refiere, que no pueden hacer más que exportarlas nuevas.
Pues bien, en el país nipón ha sido Honda la que ha puesto al final a la venta su eterno modelo eléctrico con pila de combustible, el Honda FCX, después de varios lustros desarrollándolo. Ya podéis comprarlo allí o en Estados Unidos, a un precio que no hacen público en la web donde podéis consultar todas sus características técnicas, así como los beneficios de la pila de combustible (no obstante, se dijo que no superaría los 84.000 dólares).
Mientras, aquí en Europa nos preparamos para la llegada de nuestro salvador
Así, el Parlamento Europeo ha aprobado la inclusión de los coches de hidrógeno entre las homologaciones europeas, comunes para todos los países miembros que como toda normalización, sirve para unificar procesos, conceptos y métodos y ahorrar así dinero a las empresas (y de modo final a los clientes), y facilitar la intercambiabilidad, algo tan deseado en los procesos de fabricación y en la tecnología mecánica en general.
Esta medida podría suponer un ahorro de hasta 124 millones de euros entre 2017 y 2025. Algo nada desdeñable ahora que estamos en tiempos de crisis.
Y por último, la nota dulce para la ciencia española. Dos investigadores del CSIC y otros dos de la Universidad Politécnica de Cataluña han desarrollado y patentado un catalizador que permite generar, o mejor dicho, transformar etanol en hidrógeno, en el propio automóvil y de manera rápida, indefinida y sin necesidad de elevadas temperaturas. Quizá esto es lo que estábamos esperando, sobre todo aquéllos que piensen que es casi un suicidio llevar una bombona de hidrógeno en un "proyectil con ruedas" que viaja a 100 km/h, dado que el hidrógeno es mucho más inflamable que la gasolina (más información sobre la inflamación del hidrógeno). Producir el combustible a medida que se necesita con un elemento que lo transforma desde algo mucho menos peligroso es, sin duda, la mejor solución posible. Bravo por la ciencia española, estoy convencido de que en el futuro veremos este invento en la mayoría de automóviles por la calle, y viviremos en un mundo en el que los horribles coches no produzcan más polución que vapor de agua.
Es el futuro de la energía.
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